En 2020 mientras perdia 50 kilos fui diagnosticado autista – No lo supe hasta los 35 años

En 2020 – Probablemente en la peor época para estar en controles médicos fuertes, aprendí muchísimo de mi que no sabia que existía, de hecho soy autista y no lo supe hasta los 35 años.
Durante toda mi vida me ha resultado difícil el sentirme bien, tener un futuro agradable para pensar o simplemente existir.
Justo como los especialistas me recomendaron hacer, estuve buscando las muy pocas fotos de cuando estaba creciendo y es revelador que siempre estoy molesto o llorando, especialmente cuando me rodean personas.

Tengo casi 36 y rara vez estoy con otras personas y a menudo estoy absorto en las pocas actividades que considero seguras.

En 2019 lo ultimo relacionado a una relación amorosa que tuve, se acabo, posiblemente por mis problemas de salud y peso. Como muchos saben, soy alguien enfermo que vive recuperándose de 3 enfermedades mortales… con ella, se fue toda la felicidad que podría tener de lo que emulaba bajo normalidad, demasiado tiempo de felicidad en espacio cómodo, tapaba la molestia existencial que sufría desde moverme en un evento hasta cocinar en publico y abordar un avión.

Recuerdo mi juventud, las imágenes, los sonidos y los olores de la existencia cotidiana todavía me abruman. Lucho con todo, desde despertarme hasta mover mi cuerpo y hablar con claridad.
Rápidamente me agoto en compañía de otras personas. El esfuerzo de ingresar en pandemia a lugares médicos fue difícil y con poco apoyo, pero si no hacia algo, iba directo a la muerte con un peso de casi 170 kilos. Actualmente en 114 con 1.86 de altura.

No puedo recordar una época donde no sufro de crisis en las que hasta hace relativamente poco… me lastimaba intencionalmente con palabras muy hirientes. Esperaba algún día no ser intenso, obsesivo o no estar enojado, pero nunca lo hice.

Mis dificultades se convirtieron en un obstáculo más grande y menos perdonable a medida que “crecía”. En mi carrera se paga caro la debilidad, he crecido entrenando con ejemplos de superación y pilares del arte mundial, eso hace que mi trabajo sea de alguna manera reconocido y a veces, hasta premiado. Lo cual atrajo muchísimos buitres, odiosos, envidia y problemas.

Soy lo suficientemente fuerte para saber que un hater es un envidioso desilusionado pero por mucha parte de mi vida, fui débil y ellos tomaron mucho de mi, yo les creía, mentían sobre mi y yo solo callaba.


No sabia que ese mismo odio externo apuntado hacia mi era literalmente mi cuerpo gritando por ayuda.

El 27 de julio de este año, finalmente entendí por qué. A la edad de 35 años, me diagnosticaron un trastorno espectro autista con déficit de atención sumado hiperactividad pasiva.

Curiosamente, los medicamentos recetados para mi condición, son medicamentos que ya consumía desde 2002 por depresión post paraparesia.

Seguí el diagnóstico, no me resulto difícil aceptarlo pero no se lo dije a nadie, tuve que luchar mucho y aprender que no puedo solo, y que estar con alguien es total y diario, no existe la amistad o protección separada por semanas o meses, quien no te brinda la mano en meses, no la brinda del todo. No existen los amados que aunque no aparezcan, siempre están. Es una invención de un pensamiento popular.

En general todo fue deshumanizante y brutal, consideren que estaba drenandome obligatoriamente y por vida de 50 kilos de sobrepeso, por ende no solo mi mente estaba desacomodada, y no era por una pandemia mortal.

Estaba enfermo y acomodando un rompecabezas de 5 partes cuando la vida le da a las personas el de una cara y listo, y basado en la misma fila de sociedad, se me juzgada y trataba. No recibía ni recibiré tampoco ningún apoyo especial, tristemente tengo peores situaciones como la paraparesia, que ya me han dejado en claro que mi cultura y país no esta preparado para entender a las personas diferentes.

Es terrible la mano de los médicos insensibles, mujeres y personas asqueadas por mi forma de pensar o miedos, los cuestionarios humillantes que forzaron un horrendo sentimiento incómodo en mi perspectiva.

Pero la verdad, en estos 6 meses también vi las cosas que me gustan de mí, sobre todo mis intereses obsesivos, mi memoria, mi capacidad de sentir y ser un líder.

Sufrir me obligó a darme cuenta, finalmente, de que ser autista es completamente inseparable de quien soy, y que nunca realmente nadie en mi pasado me dio el respeto que yo merecía. Pero sin duda, aprovecharon de mi todo lo que pudieron y no debo avergonzarme de ello.

Un diagnóstico tan tardío puede parecer inusual, pero en realidad no es tan raro, especialmente para las mujeres. Durante mucho tiempo, yo no estaba en favor del diagnostico autista por psicoanálisis.
Nuevas investigaciones muestran que el autismo encontrado más tarde y con menos frecuencia es con los masculinos. Eso no significa que menos de nosotros estamos enfermos, parecido a la asexualidad. Solo significa que se nos pasa por alto, porque los hombres no deben ser sentimentales.


Los criterios de diagnóstico para el trastorno del espectro autista están centrados por la psiquiatría y psicología moderna hacia la forma en que las y los jovencitos muestran el problema. Pero aquí hay un problema, ya que el autista aprende a imitar a los demás. Al “enmascarar” o “camuflar”, copiamos a quienes nos rodean, a menudo perdiendo quiénes somos en el proceso. Nuestras diferencias son alienantes, así que las ocultamos. Pero cuando buscamos el diagnóstico, nos descartan jóvenes si hemos tenido demasiado éxito en el camuflaje social.

Pero eso viene a manera del documento como informativo, pues yo nunca tuve un psiquiatra en mi juventud, lo que tenia era religión obligatoria y ya.

En la escuela a menudo era disruptivo, hablaba solo y me portaba mal. Sin embargo siempre fui el de mejores grados que no fueran de artes, incluso el mejor regional en lectura y escritura, pero me aburrí rápidamente de esta cosa de ir y venir a ver personas sentadas.
Era propenso a alejarme, escaparme, no tener a nadie cerca y vivir de solo resultados de exámenes muy positivos.

Nunca me castigaban.

Mi inteligencia se disparó y con ella mi muy mala salud mental, pasé mi adolescencia actuando mal, perdiendo amigos y lastimándome de varias maneras. Poco a poco, aprendí a ocultar quién era y utilizar excusas para mi mismo. Cuando era adolescente, mis intereses especiales eran percibidos como los de un perdedor. Nunca en la vida ningún maestro o consejero pudo entender mi pobre organización y terribles habilidades sociales, la rebelión y pereza en mi alma.

Mi súper capacidad de ser bueno en muchas cosas y estudiando bajo mi propia regla me hizo ser muy bueno en mi carrera, la capacidad de ultra fijarme en mis obsesiones me ayudó a superar muchos trabajos, cáncer, paralisis y estudios de posgrado.

Mi cerebro simplemente no se adhiere a los horarios o patrones de trabajo regulares. Todo era difícil al trabajar bajo las normal básicas.
Levantarse temprano, la temperatura cambiante en la oficina, el ruido de chismes y gritos, otras personas comiendo con la boca abierta, en cierta época me derrumbé y dejé de funcionar.
Pasé semanas sin hacer nada, sintiéndome tan abrumado que quería salir con solo acabar mi vida. La agonía que sentía, fingiendo sentirme alegre, participando en una pequeña charla o proponiendo ideas en las reuniones, era un dolor físico.

A menudo me agotaba tanto que me iba a la cama tan pronto como llegaba a casa. Nunca antes me había preocupado mucho de ser diferente, pero por primera vez, vi la facilidad con la que existían otras personas. Entendí que algo había en mi ser, que yo no podía seguir ese ritmo de salir, ser feliz, ligar e irme a la cama con alguien.
Un día, después de una mañana particularmente agonizante, llamé a una persona y le pregunté si pensaba que yo era autista. Su respuesta fue un rotundo sí.

Fui al médico mientras estaba hospitalizado para tratamientos y me dijeron que probablemente era autista. Eso me hizo enojar. Pensaba que el autismo era solo ganas de no hacer algo. Pero la verdad no, es una tremenda enfermedad llena de dolor y que debilita como cualquier enfermedad física.

Me encontré nuevamente abrumado y fingiendo alegría por perder peso, fallando en responsabilidades con colegas y con problemas de estructura familiar, justo bajo las que todos los demás quienes conocia parecían prosperar.

Así que nuevamente busqué un diagnóstico para confirmar, esperando ayuda. Me dijeron que, a menos que yo fuera un peligro para mí, el apoyo no estaba ahí, nada fuera de medicamentos… Era irónico, ya había intentado tomar mi vida tres veces.

Además me comentaron que la perdida de peso extrema cambia comportamientos y que esperara cuando estuviera en mi peso ideal, algo en lo que debo aceptar estuve acuerdo. Pero al menos ya había quedado confirmada mi enfermedad. De hecho la pandemia vendría a hacer a la gente un poco como yo, la pandemia es estabilidad para mi… todos en casa.

Luego de Agosto estaba ligeramente mejor, me comprometí a disfrutar mi forma de ser aprovechando que todos tenían que pasar por donde yo vivía por decirlo así, muchos enloquecieron y yo estaba cada día mas estable. Para Noviembre me evaluaron de nuevo ya con un peso relativamente cercano a saludable al menos, en 24 horas… El resultado fue claro…

Era la misma persona que en 2018 o 2005, incluso el día anterior, la misma persona que siempre había sido, pero con la terminología para explicarme y encontrar apoyo.
El diagnóstico me dio certeza, solidez y la fuerza para articular mis necesidades a los demás.

Miré hacia el pasado de nuevo, viendo mi propio comportamiento a través de una cámara más suave y señalando dónde otros podrían haber sido más amables y en donde se burlaron de mi vida. Solo desearia no haber perdido tanto de mi vida odiándome o escuchando si alguien hijo algo malo de mi.

La gente suele enfatizar lo difícil que es la vida para las personas autistas. Y eso es cierto, desde el momento en que nos despertamos, casi siempre tarde, cada tarea que hacemos (hacer llamadas telefónicas, ir a ver un colega, comer y socializar) se siente cada vez más difícil.

Es como un videojuego que no tiene un objetivo final más que el de mantenernos con vida y sobre todo, con las ganas de vivir.
Pero las experiencias que he encontrado más traumáticas ahora las evito. A lo largo de mi vida, me han acosado y maltratado personas que se frustraban cuando no me comunicaba de la manera que esperaban. Mi cara no se mueve mucho y mi tono rara vez cambia, claro, pero soy profundamente apasionado y amoroso.

Es desconcertante y profundamente doloroso cuando me llaman frío, rechazado por expresarme de manera diferente. Cuando brindo mi apego y es despreciado y asqueado es terrible. El terror rodea siempre que por ese apego, sea derrotado. Por eso mis mayores apegos son con mis artículos coleccionables.


Cuando era pequeño, era tan cruel conmigo mismo como otras personas lo eran a menudo conmigo, me auto nombraba malvado, frío, extraño. Interioricé las peores cosas que cualquiera podía decir porque las creía.

Mirando hacia atrás a ese joven que solo quería juguetes, luego al adolescente problemático que odiaba el colegio y de nuevo al trabajador experto pero que solicitaba permisos para trabajar en casa, me gustaría decirle que no esta solo, que no debe llorar pues yo le amo y estoy protegiéndole. Me veo mirando fijamente mis comics, sus lloriqueos o su Playstation y desearía poder decirle que es autista pero que esa no va a ser la única prueba en su vida, y tampoco la mas fuerte, decirle que lo que hace está bien y que es el camino correcto.


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