Divinity: Original Sin II es un videojuego de rol desarrollado y publicado por Larian Studios. La secuela de 2014 Divinity: Original Sin, fue lanzado para Microsoft Windows en septiembre de 2017, y para PlayStation 4 y Xbox One, junto con una edición mejorada para Windows, en agosto de 2018.

El juego se desarrolla en el mundo de fantasía de Rivellon, siglos después de la primera Divinidad. Los seres vivos en Rivellon tienen una forma de energía conocida como “Fuente”, y los individuos llamados Hechiceros de la fuente, pueden manipularla para lanzar hechizos o mejorar sus habilidades de combate. Los Siete Dioses de Rivellon habían cedido una parte de su poder y lo habían infundido en una persona, Lucian, que se convirtió en lo que se conoce como el Divino, cuya función es usar sus poderes para contener el Vacío.

Sin embargo, Lucian murió antes del comienzo del juego, lo que debilitó el Velo entre el Vacío y Rivellon, y monstruosas criaturas del Vacío, conocidas como Voidwoken, están comenzando a invadir Rivellon. Los Voidwoken se sienten atraídos por el uso de esta energia, que ha llevado a la persecución de los Hechiceros de la fuente, principalmente por una organización llamada Orden Divina. El Vacio, también es el hogar de una deidad oscura conocida como el Rey de Dios.

Al comienzo del juego, el  jugador controla un Hechiero de la fuente que es capturado por la Orden Divina y enviado a una fortaleza de la isla conocida como Fort Joy. Fort Joy es una prisión para hechiceros, ostensiblemente para curarlos de sus poderes de la Fuente, pero en realidad, es para purgarlos para convertirlos en cáscaras sin sentido. Durante el viaje a Fort Joy, un gigantesco Kraken del vacio ataca y hunde el barco, pero el personaje del jugador se salva de ahogarse con una misteriosa voz que llama al jugador “Godwoken”.

Esto es tan solo el inicio de nuestra aventura, una minúscula parte de la increíblemente extensa y atrapante historia que el juego tiene para ofrecernos, al ser tan extensa seria imposible cubrirla en un articulo.

Una vez estamos en el editor de personajes, nos encontraremos una gran cantidad de opciones para personalizar la ficha de nuestro héroe o heroína. La cosa no solo se queda en escoger apariencia, raza, género y clase, ya que también tendremos que decidir sus habilidades, rasgos, atributos, orígenes, y más, de entre una enorme lista de posibilidades. También podemos elegir uno de los personajes prediseñados por el juego, cada uno de ellos tiene su pasado, sus deseos y sus temores y será tarea nuestra gestionarlos. Este pasado ya generado influye en todos los aspectos del título permitiendo nuevas misiones, diálogos y escenas en función de nuestra historia.

A lo largo de la aventura, escojamos al personaje que escojamos, no contaremos con un sistema de clases, por lo que podemos crear un luchador completamente a nuestro gusto, con las combinaciones más absurdas que puedas imaginar si así lo deseamos. Pero no pienses que te perderás lo que estos personajes tienen que ofrecer si no los elegís, ya que todos ellos están disponibles a lo largo de la aventura para unirse a nosotros como compañeros. Podemos llevar hasta tres de ellos al mismo tiempo y, además de aportar su propia personalidad, humor y trasfondo narrativo, son una herramienta que se hace indispensable manejar en el combate.

Cada vez que reclutamos a alguien podemos, cambiar completamente sus habilidades para adaptarlas a lo que necesitemos, teniendo en cuenta siempre cuáles son los puntos fuertes y débiles de cada personaje para sacarles mayor partido. Pero no hay que preocuparse por hacerlo bien a la primera, y es que Divinity: Original Sin II es un juego que, con toda la libertad que ofrece, está hecho para experimentar y equivocarse, y siempre pone a nuestra disposición una manera de solventar nuestros problemas. Paso a paso construimos nuestro propio camino dentro del juego, donde encontramos a nuestros aliados y a nuestros enemigos.

Cada uno de los personajes que habita el mundo, siempre tiene algo que contarte, ya que todos ellos tienen un trasfondo y una historia que seremos libres de descubrir o no. Nuestra raza puede ayudarnos a que se muestren más o menos amistosos con nosotros (o incluso hostiles), que suelten información de más y nos cuenten sus preocupaciones, que intenten aprovecharse de nosotros, etcétera. A veces también tendrán ciertas reacciones si nos ven acompañados por alguien que les llame la atención, lo que puede desencadenar una interesante o contraproducente cadena de eventos.

Realmente nos cuesta mucho describir con palabras todo lo que se puede llegar a hacer con el entorno, pero te podemos asegurar que es uno de esos poquísimos videojuegos que consiguen eliminar esa sensación tan común que tenemos en otras aventuras de estar rodeados por multitud de barreras invisibles y de que nuestros pasos siempre están predeterminados por un guion del que resulta casi imposible escapar. Divinity: Original Sin 2 crea uno de los universos más vivos vistos en el género durante los últimos años. Nuestras primeras horas se asemejan mucho a las primeras horas dentro de un sandbox en el que apenas tenemos un puñado de directrices sobre las que movernos (la mayoría de ellas de nuestro propio trasfondo) y nos encontramos solos y libres en Fort Joy.

En cuanto al combate, las batallas se desarrollan por turnos y cada personaje tiene varios puntos de acción que puede utilizar de muchas formas distintas, ya sea para moverse, atacar, poner en práctica un hechizo, ejecutar una habilidad o utilizar un objeto. Cada cosa que hagamos gasta una determinada cantidad de estos puntos, aunque los que nos sobren al finalizar nuestro turno se acumularán para el siguiente, por lo que es muy importante saber cuándo reservarlos y cuándo gastarlos.

Además, aquí no hay puntos de maná, pero sí tiempos de recarga, por lo que casi todas las habilidades y hechizos nos obligarán a esperar algunos turnos antes de poder reutilizarlos. Por si fuese poco, la interacción con los escenarios de la que hablamos antes también tiene una gran importancia en las batallas, ya que existen magias de todos los tipos imaginables, no solo de ataques, por lo que podemos llegar a modificar el entorno para usarlo a nuestro favor (lo mismo se puede decir de nuestros rivales). Todo esto acaba dando como resultado un sistema de combate muy profundo y estratégico en el que tenemos que pensar con mucho cuidado nuestros movimientos.

En la parte gráfica, tenemos un título simplemente magnifico, con un gran acabado gráfico, donde destaca sobre todo el diseño de enemigos, escenarios y efectos, mostrándonos siempre un mundo muy bello y con una dirección artística muy buena con la que deleitarnos la vista constantemente, incluso cuando exploramos las más oscuras mazmorras. Todo está cuidado al milímetro para resultar llamativo sin molestar ni obstaculizar. El nivel de detalle de personajes y escenarios en general convierte a este en un RPG visualmente atractivo.

A nivel sonoro tampoco se queda atrás gracias a una preciosa banda sonora que sabe ambientar a la perfección cada una de nuestras aventuras, con composiciones mágicas y relajadas de gran belleza que nos transportan directamente a este mundo de fantasía y otras más movidas y épicas que realzan como pocas la intensidad de las batallas que libraremos. De hecho, un detallazo es que en la creación de nuestro personaje podemos escoger el instrumento que queremos que destaque durante los combates cuando le toque el turno a nuestro héroe.

Los efectos de sonido, también tienen mucha calidad, sobre todo los del ambiente, y sorprende que la gran mayoría de las líneas de diálogos del juego hayan sido dobladas, lo que ha debido conllevar un trabajo descomunal si tenemos en cuenta la enorme cantidad de textos que tiene la aventura. Eso sí, las interpretaciones se limitan a cumplir y poco más, aunque eso no quita que sea un detalle muy de agradecer y que muy pocos títulos parecidos tienen.

Para concluir: es muy importante tener en cuenta que, debido al estilo de juego que es, se requieren que tengamo mucha paciencia y nos guste leer textos, explorar y buscar alternativas a todo, no es una obra para todo el mundo. Sí, es una auténtica obra maestra, pero no deja de ser rol clásico, mucho más exigente que el RPG de acción actual que disfrutamos en obras como los más recientes Fallout o The Witcher.

Pero sin duda, es uno de los mejores juegos de rol de todos los tiempos. Una aventura descomunal e imprescindible repleta de horas de diversión, combates épicos, multitud de historias que descubrir, carismáticos personajes a los que conocer y con una libertad de acción para avanzar a nuestra manera y como queramos con la que pocos títulos pueden competir.

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