Había una vez un hombre de origen humilde, que con esfuerzo consiguió el grado de capitán en el ejército, pero que siempre ha sido menospreciado. Cuando se retira, tiene la iniciativa de dirigirse a una tierra inhóspita y casi deshabitada con la intención de formar una colonia.

Lo que no imaginaba es que un rico terrateniente tiene subyugada a toda la región, aprovechando que la autoridad se encuentra muy lejana y el amo, y juez de facto.

Tenemos un drama histórico que perfectamente podría ser un western clásico. Mads Mikkelsen interpreta al héroe del folklore danes Ludwig Von Khalen, quien fue un pionero en domesticar las tierras de Jutland, extendiendo efectivamente los dominios del Rey de Dinamarca.

La historia nos muestra un choque de voluntades; por un lado el protagonista que no cejara en su intento, arriesgando incluso la vida de quienes se unen a su aventura, por otro, la del antagonista Frederick De Schinkel, quien es el noble más acaudalado de la región y quien hace e impone su voluntad, siendo dueño no sólo de la tierra, también de quienes viven y trabajan en ella. Finalmente, tenemos a los futuros colonos, inmigrantes de Alemania, villanos, gitanos y campesinos, prácticamente esclavos de De Schinkel, que anhelan ser dueños de su vida y su trabajo.

La cinta tiene un ritmo lento y se sostiene principalmente por las excelentes actuaciones, que transmiten los sentimientos de desesperanza, tristeza, indefensión y esperanza. Los rostros de los personajes dicen más que mil palabras, que bien podrían ayudar a tener contexto histórico, ya que fuera de su región de origen, este pasaje es absolutamente desconocido y bien podría pasar por una historia de ficción.

Ludvig se enfrenta a todo, al Noble, al clima, al terreno, a los políticos de la capital, a sus propias convicciones, a su voluntad inflexible y a su confianza en un rey indolente, que ni siquiera tiene conocimiento de su empresa.

El guión se toma varias libertades, pues la verdad histórica no es del todo conocida, pero en ese proceso nos entrega una historia de dolor y de venganza en un periodo de la historia europea que parecería ser de sociedades cultas y civilizadas, pero que termina siendo sólo una especie de feudalismo moderno.

No es una película fácil de ver, pero una vez que el espectador se involucra emocionalmente con los personajes, es difícil no sentir su sufrimiento e indignarse por lo que están viviendo.

“La Tierra prometida” (Su otro nombre)  no es cine comercial, pero es una película que no hace reflexionar y sobre todo disfruta de muy buenas actuaciones y una historia visceral.