Reseña de Judas And The Black Messiah

A veces, debemos de mirar al pasado y revivir heridas que creíamos cerradas para poder salir abantes en tiempos difíciles. Judas And The Black Messiah precisamente es una película que entrará en los libros del cine moderno, y no por ser magna o pretenciosa, si no que transmite una parte de la historia que, a pesar de los mas de 50 años que separan las épocas, tanto mostradas en la película como lo es la actualidad, aun hay paralelismos muy presentes en nuestra sociedad, como es el racismo y la pelea de las personas afroamericanas por derechos igualitarios.

Judas and the Black Messiah está situada en la ciudad de Chicago a finales de los años 60’s y narra la historia de William “Bill” O’Neal, papel interpretado por LaKeith Stanfield, un soplón del mismo FBI que, por razones que conoces durante el film, tuvo que hacer un acuerdo con esta agencia para no ir a la cárcel. A cambio de esto, tenía que inmiscuirse en el Black Panther Party, presidido por Fred Hampton, personaje interpretado por Daniel Kaluuya, y entregar información valiosa de este mismo para, poco a poco, hacer mas débil a este partido, al punto de quererlo desaparecer, ya que esta formación atentaba hacia los intereses de otros políticos y personas en el gobierno. Esto es debido a que, después de los asesinatos de personas como Malcom X y Marthin Luther King Jr., el partido tomó una postura mas militar para hacerse valer sus derechos y defenderse de la brutalidad policiaca que sufrían las personas de color en ese tiempo.

Como el titulo del film sugiere, trata de una historia de traición, como la biblia y el mismo catolicismo nos ha inculcado sobre la traición de Judas a Cristo. Si, la traición a un hombre, pero también hacia una idea, hacia un plan, y hasta a una raza. Judas y el Mesias Negro, en su traducción al español, es una parte de la historia de Estados Unidos. Una historia que la herida sigue abierta, a pesar de las décadas, a pesar de los avances en los derechos constitucionales, sigue presente y latente con nosotros. Son temas delicados y sensibles de tocar, pero que son necesarios y justos para crear consciencia, sobre todo en los recientes años con el incremento en ataques a personas que no sean de raza blanca.

Este film es puro corazón y entrega, y se nota en sus papeles principales. En primer lugar tenemos un Daniel Kaluuya sublime, haciendo gala de su oratoria y que te convence con cada palabra que el menciona. Desde el inicio de la película haces clic de inmediato con su personaje y entiendes el porqué su lucha, tanto para unificar a sus compatriotas para realizar trabajos sociales en los barrios pobres de la ciudad, hasta el formar una alianza con los grupos mas radicales que coexistían en ese entonces. Porque si, hasta ellos estaban divididos y con diferentes puntos de vista en ese entonces. Pero, a pesar de que Daniel sea el protagonista, la película cae en los hombros del otro personaje.

El papel interpretado por LaKeith Stanfield es BRUTAL. La selección de papeles de este joven actor han sido precisas y nada decepcionantes, a opinión de este autor: desde Atlanta hasta Uncut Gems, sus participaciones en cine y televisión le han dado nombre propio y se a abierto paso en la industria por si mismo. Aquí, interpreta a un Bill O’Neal camaleónico, que poco a poco va descendiendo a un precipicio, propiciado por el, y que no ve una salida real a su problema. Podemos notar que su personaje hace de un amplio abanico de emociones durante toda la película y un convincente trabajo mostrándonos su lado mas humano, hasta el mas vil, cruel y mentiroso, con tal de salir; no por nada, esta nominado a los premios Oscar y que es un serio contrincante a llevarse la estatuilla. Estamos presenciando al Morgan Freeman de nuestra generación, guarden mis palabras.

Destaco el trabajo fílmico del director Shaka King ya que logra plasmar de manera eficaz la delgada línea gris sobre el choque de voluntades y opiniones que había en ese entonces, ya que en esa época, literalmente, todo era un blanco y negro. O estas con ellos, o no lo estas. A pesar de que es el segundo film de su carrera, logra un drama intenso, que nunca baja el volumen y remata la película dejando la vara muy alta, muy digno final a su largometraje que te hace sentir hasta un nudo en la garganta. Muestra y deja claro que el partido Black Panther es una revolución, y que el uso de las armas es para lograr sus objetivos, casi como un estado Leninista. Vaya, hasta esas dualidades de como entender la política, las muestra tan bien que te das cuenta de las distintas formas en la que la comunidad afroamericana a tenido que lidiar con el tema del racismo a través del tiempo. De igual manera, subrayo esas escenas que mete en la película, ya al final, sobre la entrevista a Bill O’Neal en el documental “Eyes on the Prize II: America at the Racial Crossroads 1965-1985.”. Les dejo el video completo de la entrevista abajo pero, por favor, vean la película y saquen sus conclusiones con la opinión que dio a esta entrevista.

En una época en donde el #BlacklivesMatter ha ganado terreno, donde hay nuevos símbolos, como lo es George Floyd para la lucha de derechos igualitarios y represión policiaca, este film reafirma que, a pesar de los años, hay mucho trabajo por delante que hacer. Seguimos viviendo en una sociedad retrograda, a pesar de las décadas, y creo que en lugar de seguir haciéndonos preguntas, debemos de empezar a buscar las respuestas.

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