Cuando se anuncia una entrega de alguna saga como Doom, las expectativas de los fans suben por los aires. Estamos hablando del padre irreverente y transgresor de los shooter modernos, que causó una tormenta mediática y era el título preferido de Eric Harris y Dylan Klebold, autores de la tristemente célebre masacre de Columbine.
Un título que se convirtió en un símbolo, en un himno que entonaba rebeldía y profanidad. Un producto cultural que hizo evidente la brecha entre dos generaciones, una quería oír rock, comer pizza y matar demonios. La otra sencillamente no entendía toda la gama de transformaciones y cambios que ocurrían frente a sus narices. Doom representa, para los que somos mayores de 25, lo mejor de los años 90, lo que fue y nunca volverá.
Por eso llenar los zapatos de un gigante nunca es sencillo. Especialmente, por el hecho de que a menudo el público espera que los zapatos que vaya a llenar la secuela, sean incluso más grandes que los de su predecesor. Este es el caso del nuevo Doom, que está recibiendo muchas críticas negativas, que sobrepasan el 50% de reseñas totales en la página de Steam de su beta abierta.
Lo cierto es que la gente, cuando ya ha jugado bastante y tiene sus años en esto de los videojuegos, se construye mentalmente su secuela perfecta, tienen todo tipo de expectativas y exigencias muy personales. Pero cuando el juego sale y no llena ni la mitad de estos parámetros, entonces viene la ira y la frustración. Y esto se traduce en críticas escritas en Steam o algún otro sitio especializado. Mientras muchos simplemente disfrutan el juego y dejan la crítica de último, existe una minoría muy vocal, que expresa su insatisfacción por medio de estos reviews.
Sin embargo, son estas revisiones acertadas y reflejan la realidad del consumidor? Yo diría que no necesariamente, lo cierto es que cada persona debería poder tomarse su tiempo para disfrutar el producto y emitir una opinión al respecto. Sin embargo, al contrario, muchos consumidores esperan a leer críticas antes de probar algo y esta frustración se vuelve contagiosa, influenciando la experiencia de los demás, cuando por fin pueden estar detrás del control con su copia del juego.
Por esta razón, estimado lector, conviene evitar estos trenes del Hype que a menudo terminan descarrilándose antes de llegar a su destino final. Los videojuegos son como la gastronomía, donde un buen platillo se degusta con calma y mente abierta.
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