“Los pulps fueron el principal vehículo de entretenimiento para millones de norteamericanos. Eran una pantalla de televisión sin interferencias ni color, sobre la que el lector podía expandir la imaginación más gloriosa que poseyera”. Peter Haning
La ficción Pulp no tiene apenas nada que ver con la película de Tarantino, que dicho sea de paso, está muy bien (y tiene delito lo mío, puesto que no la había visto nunca hasta hace un mes). El nombre pulp le viene del tipo de papel utilizado para su confección, un poco amarillento y no de muy buena calidad.
La literatura pulp nace en las primera décadas del siglo XX, siendo heredero directo de las dime novels del siglo anterior, pero con un nuevo enfoque: El de popularizar la lectura y llevarla a la calle para disfrute de todos los públicos, no sólo de las élites como en el siglo XIX, creando todo tipo de historias fantásticas a un precio asequible para el disfrute del pueblo, algo que fue una de las claves de su éxito. El otro factor decisivo del éxito de la literatura pulp fueron las portadas, explosivas y espectaculares. Tan espectaculares, que a veces los relatos se escribían en base a las portadas. Con artistas gráficos de la talla de Frank Frazetta no es de extrañar, pero los textos no se quedaban atrás, creados por escritores como Dashiell Hammett, Charles Bukowski, Tenessee Williams o Robert E. Howard, el creador de Conan. Eso son sólo unos pocos ejemplos, mirad la wikipedia, donde está la lista completa: muchos creadores pulp son grandes de la literatura.
En este tipo de literatura gustan las emociones fuertes, nada de medias tintas, una literatura calificada de extrovertida por su ritmo ágil y endiabladamente dinámico, sin ahondar demasiado en el porqué de las cosas. Fue una pequeña literatura en sí misma que abarcaba varios géneros: Romántico, erótico, aventuras, bélico, western, ciencia ficción, fantástico, terror y género negro como abanico principal, con todas las variaciones y permutaciones imaginables.
El pulp fue un universo en el que se sumergían sus lectores con avidez, y millones de norteamericanos y europeos disfrutaron durante décadas con ello. Su máximo apogeo fue entre las decádas de los años 20 y 40, dando al mundo personajes inolvidables como el anteriormente mencionado Conan el bárbaro, La Sombra, Doc Savage, Flash Gordon, Tarzán, o el Zorro, pero en algún momento de los años cincuenta, con la crisis del sector editorial del entretenimiento, fue cayendo en el olvido, y fue enterrado por otras plataformas de entretenimiento como el comic o la televisión.
Pero el concepto básico de lo que fue el pulp sigue existiendo, pues el comic, la novela negra, e incluso el cine están en cierto modo inspirados en la cultura pulp, una cultura que en tiempos de crisis hizo asequible material de lectura para disfrute cultural de muchos, y permitió a varios autores ver sus obras publicadas tanto individual como conjuntamente y convertirlo en su medio de ganarse la vida. Y años después de su presunta y cacareada desaparición, pues no está muy claro que se haya ido del todo: va volviendo, poco a poco y discretamente, a formar parte de las lecturas cotidianas de mucha gente, potenciado quizá por la fuerza que ha cogido el comic en estos años, el cual en sus inicios bebía del pulp y nunca ha dejado de rendirle tributo.
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