Siempre me ha apasionado la historia, especialmente el tema de los conflictos humanos. Durante mi infancia el acceso a videojuegos o televisión por cable era limitado, por lo que terminé tomándole gusto a los libros, a las enciclopedias y posteriormente a los documentales.
Le tenía un cariño especial a unas viejas revistas que mi abuelo me había obsequiado, con fotos impresionantes de tanques, aviones y soldados.
La guerra naturalmente es algo terrible, pero en mi mente de niño, me la pasaba construyendo historias desde mis libros, incluso me creaba naves con troncos y tanques con cajas de cartón, mis amigos y yo teníamos incluso una “base”, montada convenientemente en un viejo árbol hueco, que tenía suficiente espacio para alojarnos a los cuatro, incluso nos servía de refugio cuando se desataban los copiosos aguaceros de mayo.
Grata fue mi sorpresa, cuando descrubrí que existían videojuegos que contaban relatos de conflictos de la vida real. Allá por 1999 probé el primer Medal of Honor para Playstation y terminé sorprendido de la atención al detalle y el cariño que le habían puesto a las misiones.
Mi primer shooter en primera persona, que enamoró a mi volátil imaginación, con una combinación perfecta de historia, acción y un apartado sonoro, que poco tenía que envidiarle a los blockbusters más taquilleros del momento.
Con el tiempo y la eventual salida de nuevo hardware, los juegos ambientados en la Segunda Guerra Mundial eran un rotundo éxito, que se tradujo en numerosas entregas de sagas como Medal of Honor, Call of Duty o Brothers in Arms.
Esto le permitió a los jugadores experimentar episodios históricos, tan importantes como la guerra del pacífico o el desembarco de Normandía. Aunque fuese a una escala millonésima, nos mostró un poco del sufrimiento de la guerra moderna y también, nos permitió conocer como las virtudes humanas más puras pueden, ante muchas dificultades, triunfar ante la barbarie y el fanatismo.
Desgraciadamente, el género se gastó y el público de aburrió, ya no era tan entretenido acabar con “nazis virtuales”, como lo fueron las primeras veces. Como bien sabemos, los juegos se empezaron a decantar por el tema moderno y posteriormente, la ambientación futurista, explorando conceptos como la biomecánica y la simbiosis entre ser humano y máquina. No se puede negar que han salido excelentes juegos con este tipo de narrativa. Sin embargo … ¿qué pasó con los demás conflictos? ¿Existen conflictos del pasado con los que se puedan contar buenas historias?
La respuesta es sí y en la próxima entrega de nuestro artículo, exploraremos algunos escenarios bélicos que acontecieron en la vida real, pero se han sacado pocos videojuegos al respecto. Conflictos con infinito potencial narrativo, con sus propios héroes, con causas justas y también injustas, en los que se derramó sangre sudor y lágrimas. Son episodios de la historia que merecen ser contados en un mundo tan seguido, como lo es el de los videojuegos.
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