Jack Adisson dedicó su vida entera a la lucha profesional. Fue campeón múltiples veces y fundó su propia empresa, pero nunca tuvo el éxito que anhelaba y ante esta obsesión, lo único que pudo hacer fue involucrar a todos sus hijos en el deporte espectáculo, para así poder alcanzar su anhelo, un título mundial de los pesos completos.
Durante su carrera se desempeñó como un villano, un poderoso guerrero nazi cuyo movimiento distintivo, su arma de sumisión era la dramática Garra de Hierro con la cual “destrozaba” el craneo de sus oponentes.De la misma manera, usó su garra para someter a sus cinco hijos y a través de ellos alcanzar sus metas, siempre presionando, siempre empujando, pero nunca alcanzado la satisfacción.
Garra de Hierro no es una película sobre la lucha libre, es una historia sobre cómo los hijos se ven subordinados a las órdenes y traumas de los padres y en este devenir se vincula intensamente, formando un círculo de protección, de afecto que eleva la hermandad a lo máximo.
La trama gira principalmente sobre Kevin, el hermano mayor y el único que sobrevivió a la tragedia, a la maldición familiar y cómo su mundo idealizado se va derrumbando. No en vano el tema que cierra la cinta se titula “Vivir por siempre de esta manera”, en una familia nuclear típica, con un padre fuerte, una madre abnegada y un grupo de hermanos que pone su relación por encima de todo, menos de la autoridad paterna.
Por un lado podemos ver escenas de convivencia, de amor familiar y de complicidad que se contrastan con la brutalidad que hay arriba y abajo del encordado. El director establece que la lucha no es una mentira, sino una puesta en escena, donde sólo los mejores intérpretes llegan a la cima. No bastan la preparación y el talento, hay que tener algo más, algo que haga que los espectadores se involucren con el personaje, que haga que los promotores te consideren un producto exitoso.
Hay varias escenas de lucha, muy bien coreografiadas y filmadas, pero en realidad lo mejor de esta película está en la relación entre los personajes, pues aún cuando hay varios diálogos fuertes y algunas confrontaciones, los planos aislados, cerrados, introspectivos nos transmiten mucho más que las palabras; aquí es donde verdaderamente brillan las actuaciones, las miradas perdidas, y aquellas que parecen dirigidas al espectador, que muestran el dolor, la frustración, la tristeza.
Un acierto del director es que la violencia no es gráfica, todo es implícito, no necesitamos ser testigos de la tragedia, sólo sabemos que está pasando y eso la hace más desgarradora. Las alegrías duelen porque se sabe que no son duraderas y que al final nada de lo que hagan los protagonistas los liberará de la maldición familiar, de esa garra de hierro que sólo terminó cuando el último del clan pudo poner fin a la cruzada del patriarca.
Esta película deja al espectador con una sensación de tristeza, sobre todo por las grandes actuaciones. Todos los personajes principales son interpretados de una manera excelente, brutal.
Finalmente, a pesar de las críticas sobre la falta de apego a varios hechos históricos, es prudente aclarar que la saga de los Von Erich es conocida sólo entre un sector de los aficionados a la lucha. Como toda película biográfica se toman licencias que no afectan al producto final. En el caso de querer conocer toda la historia, existen varios documentales.